El unicornio en Occidente
Dentro de la tradición occidental, el primero en escribir acerca de los animales con un solo cuerno es Ctesias, un médico griego en la corte de Artajerjes y Darío II, sobre el 400 a.C. En su libro «Indica» dice: «Hay en la India ciertos animales salvajes, tan grandes como los caballos, e incluso más. Sus cuerpos son blancos, sus cabezas de color rojo intenso y sus ojos azul oscuro. Tienen un cuerno en medio de la frente de un codo de largo (unos 45 cm.); es de color blanco en la base, en el centro negro y la punta afilada y de color carmesí».1 Posteriormente, Ctesias menciona que el cuerno de este animal es utilizado como recipiente de cura de cualquier mal, que es un animal muy poderoso, y que solo se les puede cazar cuando están con su prole, pues no huyen por no abandonarla, y luchan ayudándose de su cuerno. No se les puede capturar vivos.
Aristóteles también menciona los unicornios en una breve pero inequívoca referencia, posiblemente tras conocer el relato de Ctesias. «Hay algunos animales que tienen un solo cuerno, por ejemplo, el órix, cuya pezuña es hendida, y el asno indio, cuya pezuña es entera. Estas criaturas tienen su cuerno en medio de la cabeza»2.
Julio César registra la existencia de un animal de un solo cuerno en los bosques de Alemania: «No hay hombre, que sepamos, que haya alcanzado el extremo del bosque, aunque haya avanzado una jornada de 60 días. Es sabido que muchas bestias salvajes no conocidas en otros lugares crecen allí, de las cuales las siguientes son las que más se diferencian de resto del mundo animal y merece la pena mencionar… Hay un buey con forma de ciervo, al que en medio de la frente, entre las orejas, le crece un solo cuerno, más alto y recto que los cuernos que conocemos»3.
El escritor romano Plinio el Viejo (23-79 d. C.), cuyas obras sobre historia natural, como las de Aristóteles, fueron aceptadas como infalibles en la Edad Media, menciona varios animales de un solo cuerno, dando el nombre griego de monoceros a uno de ellos. Es la primera vez que se menciona al unicornio con su propio nombre y no como un asno salvaje de un cuerno, o como un buey. Plinio menciona la caza de este animal: «el monoceros, con un cuerpo como un caballo, cabeza de ciervo, pies de elefante y cola de verraco tiene un profundo bramido, y un cuerno negro de dos codos de largo desde su frente. Este animal no puede ser capturado vivo»4.
Los relatos anteriores provienen de fuentes indirectas, pero hubo un filósofo que afirmó haber visto directamente unicornios, Apolonio de Tyana. En el siglo I d.C. viajó desde Grecia, donde había estudiado con los pitagóricos, hasta la India, donde se encontró con un unicornio similar a la descripción de Ctesias unos siglos antes. Sin embargo se mostró escéptico respecto de las propiedades medicinales del cuerno, puesto que si fueran ciertas, decía, los reyes de aquel país serían inmortales.
Otro escritor romano, Delso (170-239), habla en detalle de varias bestias de un solo cuerno en India, dando algunos detalles de importancia. Menciona que el unicornio tiene un cuerno que no es largo, sino espiralado, que beber de su cuerno libera de muchos males, que alcanzarlos es imposible, pues nunca se ha podido capturar uno vivo, etc5.
Cuando en el siglo III a.C. se tradujo en Alejandría la Biblia del hebreo al griego (la versión conocida por «la de los setenta»), la bestia llamada re êm en la Biblia, apareció traducida como unicornio, cuando en realidad se refería al buey salvaje. En otras traducciones aparece unas veces como rinoceronte y otras, como unicornio. En el Antiguo Testamento, el unicornio aparece con signos de poder, majestad y exaltación, citado en Números 23:22, Deuteronomio 33:17, Salmos 22:21, 29:5-6, 92:10, Isaías 34:7 y Job 39:9-12. Siglos después esta libre traducción sería decisiva, pues si el unicornio era mencionado en la Biblia, su existencia no podía ser puesta en duda.
En el cristianismo, a partir del siglo II, con Tertuliano, el unicornio se convirtió en símbolo de Cristo: «Cristo es simbolizado por este animal, y su único cuerno representa la cruz de Cristo»6. Los comentadores de la patrística interpretaron el único cuerno del unicornio como un símbolo de unidad divina, en el Concilio de Nicea (385). San Ambrosio (340-397), obispo de Milán y uno de los Padres de la Iglesia, dice «¿Quién es este unicornio, sino el Hijo de Dios engendrado?».7 San Basilio (330-379), uno de los padres de la Iglesia oriental, desarrolla este simbolismo: «Cristo, debe ser llamado Hijo de unicornios, pues por lo aprendido en Job, el unicornio es de poder irresistible y no sujeto al hombre». Menciona que el cuerno se usa en las Escrituras para representar gloria, poder y salvación, y dice: «Cristo es el poder de Dios, por lo que es llamado el Unicornio en la Tierra, ya que tiene un solo cuerno, que es el poder común con el Padre»8.
En las Etimologías de Isidoro de Sevilla, redactadas a principios del siglo VII, se lee que una cornada del unicornio suele matar al elefante. Otro adversario del elefante es el león, aunque en este caso el unicornio es el derrotado al quedar clavado en un árbol tras embestir al león, momento que aprovecha este para matarlo.
Pero lo que dio más popularidad al unicornio en la Edad Media fue el libro conocido como Physiologus, llamado así porque todos los capítulos citan como fuente a un fisiólogo o científico. En realidad hubo muchas versiones medievales, que posiblemente provinieran de una fuente común literaria de Alejandría. En ellas se encuentran descripciones de animales fabulosos y propiedades legendarias, características de muchos animales conocidos, interpretadas a la luz del pensamiento bíblico-cristiano. Cada relato concluye con la lección que deben aprender los cristianos de los supuestos hábitos y características de los animales descritos. El Fisiólogo fue traducido a muchas lenguas distintas, y poco a poco se le fueron añadiendo más criaturas y dieron lugar a lo que se conoce en Europa occidental como bestiarios, en los que se basan numerosas ilustraciones del simbolismo cristiano del mundo animal.
Citamos, de acuerdo con una versión latina del siglo IX: «Hay un animal que es llamado monoceros en griego y unicornio en latín». El Fisiólogo dice que el unicornio tiene su propia naturaleza. Es un pequeño animal, como una cabra, pero de extraordinaria fiereza, con un cuerno en medio de su cabeza; ningún cazador lo puede apresar por la fuerza, pues tiene gran astucia. Sin embargo, puede ser capturado de esta manera: los hombres llevan a una doncella pura y casta al lugar donde se reúnen, dejándola allí. Cuando el unicornio ve a la doncella, salta a su regazo. Entonces la joven le ofrece sus senos, y el animal empieza a mamar de los pechos de la doncella. La muchacha entonces alarga la mano, asiendo el cuerno que el animal lleva en la frente; en este momento llegan los cazadores, atrapan a la bestia y la conducen ante el rey. Del mismo modo, Nuestro Señor Jesucristo alzó para nosotros un cuerno de salvación en medio de Jerusalén, mediante la intercesión de la Madre de Dios, una doncella pura, casta, llena de misericordia. De esta manera, Nuestro Señor Jesucristo, el unicornio espiritual, descendió al seno de la Virgen, y a través de ella se encarnó. Fue capturado por los judíos y condenado a morir en la cruz. El cuerno que tiene en la cabeza simboliza las palabras del Salvador: «Mi Padre y yo somos uno» (Juan 10:30). Se dice que es fiero en extremo, y esto significa que ni los príncipes, ni los poderes, ni los tronos, ni el diablo más sutil ni el infierno pueden contra su voluntad.
Se dice que es un pequeño animal y esto es por la humildad de Cristo en su encarnación. Solo por el deseo del Padre descendió al seno de la Virgen María para nuestra salvación. También aparece la escena del río o del lago donde los animales se reúnen a beber: «Pero antes de que se reúnan, llega la serpiente y vierte su veneno en el agua. Entonces los animales marcan dónde está el veneno y no se arriesgan a beber y esperan al unicornio. Este llega inmediatamente al lago y al hacer el signo de la cruz con su cuerno derrota el poder del veneno. Y entonces todos los animales pueden beber»9. El texto tiene un simbolismo implícito: la serpiente es el diablo que trajo el veneno del pecado al mundo, y el unicornio es, por supuesto, Cristo que redimió al mundo del pecado por el poder de su cuerno, el cuerno de la salvación.
Marco Polo (1254-1324) en su Libro de las Maravillas, habla acerca del reino de Ba en Sumatra: «Hay elefantes salvajes en el país y numerosos unicornios que son casi del mismo tamaño. Tienen pelo como de bisonte, patas como de elefante y un cuerno en medio de la frente, que es negro y muy ancho (…) La cabeza parece como de jabalí y la inclina hacia el suelo. Les gusta mucho el lodo y el barro. Esta es una bestia desagradable de contemplar y no es, en absoluto, lo que nos cuentan las historias, que se deja capturar en el regazo de una virgen; de hecho es completamente diferente de lo que nos habíamos imaginado»10. Sin duda que el unicornio de Marco Polo es el rinoceronte indio.
La tradición de asignarle propiedades medicinales al cuerno se remonta al Fisiólogo y ganó popularidad en Occidente en el siglo XII. Algunos escritores medievales alemanes hablan de una joya en la base del cuerno con poderes curativos. En este momento, la difusión de los bestiarios y la derivación erótica de la leyenda eclipsó de algún modo a los exégetas de la patrística. Algunos ejemplos de esta tradición vernácula son el «Bestiaire divine» (1210) de Guillaume le Clerc, o el «Li livres dou tresor» (1262-1265) de Bruneto Latini. La creencia de que el cuerno del unicornio pude detectar el veneno es mencionada en los escritos de Hildegard de Bingen, Alberto Magno y Pedro Albanus.
El unicornio representó en el siglo XIII, para poetas y escritores de cuentos románticos, un símbolo del amante seducido por su amada. Podemos citar una canción de amor de Thibaut, Conde de Campaña (1201-53)11:
El unicornio y yo somos uno:
él también se para asombrado
ante la mágica mirada de una doncella,
y mientras la contempla, está perdido.
En sus dulces pechos se queda dormido
y la traición le mata en su sueño.
Así han terminado los días de mi vida;
así Amor y mi Señora me han arruinado.
Mi corazón no sobrevivirá a este golpe.
También en el siglo XIII Ricardo de Fournival escribió un Bestiario de amor, dirigido a su «hermosa y dulce amada». En el capítulo del unicornio dice: «He sido conducido a ti por tu dulce fragancia, así como el unicornio cae dormido bajo la influencia del olor de una doncella. Pues así es la naturaleza del unicornio, que ninguna otra bestia es tan difícil de capturar, y tiene un cuerno en medio de la frente que ninguna armadura puede resistir, así que nadie se arriesga a capturarlo, excepto una doncella virgen. Y tan pronto como se percata de su presencia por su fragancia, se arrodilla humildemente ante ella y se humilla para dar a entender que se pone a su servicio. Entonces los astutos cazadores, que conocen su naturaleza, ponen una virgen en su camino; él cae dormido en su regazo, y mientras duerme, los cazadores que no se atrevían a acercarse cuando estaba despierto, llegan y le matan. De esta forma, Amor me ha matado cruelmente; en mi orgullo, nunca vi a una mujer que me interesara poseer. Pero Amor, hábil cazador, ha puesto en mi camino a una doncella bajo cuyo dulce olor he caído dormido, y muero la muerte a la que estaba predestinado»12.
A partir del siglo XIV algunos nobles poseían vasos hechos de cuernos de unicornio o con un poco de cuerno incorporado a él, o simplemente un fragmento para poder probar los venenos. Así, se menciona un trozo que tenían los reyes de Francia, montado en una cadena dorada, en 1838; otro trozo que tenía Felipe el Calvo, duque de Borgoña en 1408; en 1472, el rey Enrique de Inglaterra regaló a Luis, señor de Gruuthouse, Brujas, una copa de oro adornada con perlas, que tenía en el medio un trozo de unicornio; en la boda de la princesa Margarita de York con el duque Carlos el Calvo, de Borgoña, en 1468, la alacena del salón tenía en cada esquina un gran cuerno de unicornio. Sin embargo, todos estos cuernos eran en realidad de narval (monodon monoceros), una pequeña ballena ártica, que se encontraba al sur de Groenlandia. Este cuerno es un largo colmillo espiralado y era considerado como uno de los grandes tesoros de una catedral o un palacio.
En 1389, un viajero de Tierra Santa, Juan de Hesse, sacerdote alemán, cuenta el siguiente relato: «Cerca del campo de Helión, hay un río llamado Mará, cuya agua es muy amarga, donde Moisés introdujo un bastón para hacer el agua dulce y que pudieran beber los hijos de Israel en su éxodo. Se dice que, incluso en nuestros tiempos, animales venenosos emponzoñan su agua durante la noche para que no se pueda beber de allí. Pero tras el amanecer, llega el unicornio e introduce su cuerno en la corriente para eliminar el veneno. Esto es lo que he visto»13. En 1503 Luis Vartman, en su libro Itinerario menciona haber visto unicornios en un parque de la Meca y en Etiopía. En el siglo XVI, dos exploradores españoles en Florida mencionaron haber visto también un unicornio. En el siglo XVII, Jerónimo Lobo, un misionero jesuita portugués, marchó a Abisinia, y escribió varios libros sobre aquel país, en donde menciona haber visto repetidas veces unicornios, animales, según cuenta, propios de aquel continente.
El unicornio en China y Japón
Según las tradiciones chinas, antes de la creación, el universo era como un huevo. Cuando por fin se rompió el cascarón, el caos se extendió en todas direcciones. Dieciocho mil años le llevó a P’an-ku, el primer hombre, crear el universo a partir del caos. Cada día, con un martillo y un escoplo, reducía paulatinamente la luz y la oscuridad y los cinco elementos. En su trabajo fue ayudado por los cuatro animales de fortuna: el dragón, la tortuga, el fénix y el unicornio. Cuando P’an-ku murió, cada animal buscó un territorio para sí. El dragón nadó hacia los mares. La tortuga se arrastró hacia los pantanos. El fénix voló hacia las tierras secas. Y el unicornio, que es conocido en China como K’i-lin, galopó a los verdes bosques. Estos animales solo se muestran ocasionalmente. El unicornio lo hace en dos momentos especiales. Cuando el gobernante es bueno y justo, y los tiempos pacíficos y prósperos, el K’i-lin aparece luminoso como un símbolo de buena fortuna. Pero cuando un gran líder va a morir, el K’i-lin aparece como un presagio de pérdida. El unicornio es, por tanto, en China, un animal que representa la dualidad, tanto el comienzo como el fin de las eras de paz, prosperidad y sabiduría, hecho que queda reflejado en su propio nombre, k’i que es lo masculino, y lin que es lo femenino, los principios yang y yin.
El unicornio está unido a varios momentos de la tradición histórica china. Hace cinco mil años, el emperador Fu-Hsi estaba sentado en la orilla del río Amarillo. El río estaba en calma e inactivo, a pesar de la tormenta y agitación del día anterior. De repente, apareció un K’i-lin atravesando el río y, aunque las aguas estaban turbias, por doquiera que pasaba aquel el agua se aclaraba y se teñía de un color verdoso como el cristal. Cuando el K’i-lin se paró frente a Fu-Hsi, dio tres golpes con la pezuña en la roca y habló al emperador con una voz que sonaba como las campanas de los templos. Por fin, se marchó y el emperador vio que su lomo estaba cubierto de símbolos mágicos, que él se apresuró a copiar, naciendo así el primer lenguaje escrito de China. Posteriormente, Fu-Hsi inventaría también los trigramas, los primeros instrumentos musicales, la pesca, la caza, la ganadería, etc.
Dos mil años más tarde, una joven llamada Ching-tsae llegó a un antiguo templo y se le apareció un unicornio, dejando un pequeño trozo de jade en su mano. Luego, se inclinó sobre su regazo, permaneciendo así durante horas. Por fin, Ching-tsae se quitó una cinta blanca del pelo y la ató en el cuerno del animal. En ese momento, el unicornio desapareció. Cuando observó de nuevo el jade, leyó una inscripción que le anunciaba que iba a dar a luz a un rey sin trono. A los nueve meses nació un niño, que fue conocido como K’ung-Fu-tze, o Confucio en Occidente, siendo efectivamente uno de los personajes más importantes de la época y, aunque fue ministro en varias ocasiones, nunca llegó a gobernar. Al final de sus días, este K’i-lin se volvió a aparecer a Confucio, reconociendo este la cinta blanca anudada en el cuerno del K’i-lin. Confucio comprendió que había llegado el final de sus días y, efectivamente, murió una semana después.
En Japón aparece el unicornio como kirin o sin-you. El primero se asemeja al K’i-lin chino, pero el sin-you es parecido a un león con un cuerno en la frente y con la capacidad de distinguir lo bueno de lo malo. Cuando el sabio Kau You presidía la corte de justicia, decidía sobre cuestiones de pequeña importancia; cuando el caso implicaba una muerte, confiaba en el sin-you para emitir juicios. Este permanecía parado, fijaba sus ojos sobre la persona y, si era culpable, le atravesaba el corazón con su único cuerno.
El unicornio en la India
Existe en la India una hermosa leyenda acerca de un niño-unicornio que pasamos a transcribir. Hace muchos años vivía un joven llamado Vibhandaka. Todos los días trabajaba con sus hermanos en las labores del campo, pero no era feliz. Un día, durante una feria, vio a un hombre sabio y tomó la determinación de seguirlo. Sin embargo, sus padres se lo impidieron, pero tras su insistencia le dijeron que si tras un año lo seguía deseando, le dejarían marchar. Desde ese momento todos los días se acordaba de los ojos y la piel color azafrán de ese hombre santo. Transcurrió un año y, de nuevo, se celebró esa feria, volvió a ver al hombre sabio y marchó con él a un alejado ashram. Este lo ignoró al principio, pero con el paso del tiempo permitió que estudiara con él.
Al cabo de muchos años el maestro murió. Vibhandaka permaneció solo durante varios años, con la única compañía de los animales salvajes que ante él se volvían dóciles. Un año, durante la época de las lluvias, apareció un animal, como una grácil gacela, con un cuerno curvo en medio de su frente, que se sentó a sus pies, sintiéndose inmediatamente seco y confortable. El unicornio permaneció con él en la cueva, y por mediación de Kama, el dios del amor, se casaron. De su unión nació una criatura humana, pero con un cuerno en la frente, que recibió el nombre de Rishyashringa. El niño aprendió el lenguaje de los hombres y el de los animales, creciendo en perfección día a día. Al cabo de los años, tanto el unicornio como Vibhandaka murieron, y Rishyashringa permaneció solo en el bosque. En esa época, el rey era un hombre malvado y cruel, ávido de las riquezas y el placer. Por eso fue castigado por los dioses, produciéndose una terrible sequía.
Los sabios recomendaron al rey llamar al niño-unicornio, pues se decía que tenía poder sobre el agua y el fuego. La hija del rey, Shanta, tomó la determinación de buscarlo, y tras una larga y penosa marcha por la tierra devastada, lo encontró, quedando los dos inmediatamente enamorados. Tras acudir al palacio y realizar sus oraciones, empezó a llover, y a los pocos días el campo se tornó verde de nuevo. Rishyashringa se casó con Shanta, y al poco tiempo murió el rey, quedando los dos como sucesores del reino.
El unicornio entre los hebreos
Según una leyenda, cuando Yahvé dijo a Adán que pusiera nombres a todos los animales, el unicornio fue el primero en recibirlo, siendo así elevado entre el resto de las bestias. Posteriormente, cuando Adán y Eva fueron expulsados del Paraíso, el Señor dio al unicornio la opción de permanecer en el Edén o acompañar a los expulsados. El unicornio escogió esto último, siendo por siempre bendecido por su compasión. Muchos años más tarde, el profeta David tuvo un sueño. En él había un carnero con dos cuernos, uno más largo que el otro. A cada respiración crecía y crecía. Entonces apareció un unicornio, comenzando una lucha entre ambos que, finalmente, ganó el unicornio. Entonces este empezó a crecer, pero su cuerno, manchado de sangre, se partió en cuatro, alcanzando uno de los trozos el cielo. Daniel no sabía el significado de este sueño, pero se le apareció el arcángel Gabriel aclarándoselo. El carnero con dos cuernos representaba a los reyes de Media y Persia, y aunque uno de ellos era mayor, vivían juntamente. El unicornio era Alejandro Magno, que un día conquistaría los otros dos reinos. Pero su reino no duraría, siendo dividido en cuatro, con uno de ellos, el de Antíoco Epiphanes, que perseguiría a los judíos y desafiaría al templo de Jerusalén.
Muchas generaciones pasaron, la Tierra se hizo corrupta y violenta. Yahvé decidió destruir la creación y comenzar una nueva, para lo cual encomendó la construcción de un arca a Noé, donde se habría de refugiar con su familia y una pareja de cada especie animal. Sin embargo, el unicornio, demasiado orgulloso, pidió un trato especial, que no le fue concedido, quedándose fuera del arca. Según otra versión, el unicornio, como símbolo de la unidad, sin polaridad, no tenía lugar en el arca de la dualidad.
El unicornio en Persia
Según una leyenda, al principio existían Gayomars (el Sol), el toro (la Luna) y la Tierra. Durante miles de años vivieron en armonía, naciendo de su unión varios descendientes. Sin embargo, los demonios divs, salidos del centro de la Tierra, sembraron la discordia, y Gayomars y la Luna marcharon cada uno a un extremo del cielo. En la lucha contra estos demonios, nació de una fiera salvaje un animal con tres pezuñas amarillas en cada pata, cola de león y cuerpo de rinoceronte: el unicornio conocido como Karkadán, violento, nacido en sangre y vehemente en la batalla. Todos los animales le temían y le dejaron solo, a excepción del elefante, con quien luchó, siendo este muerto al ser atravesada su barriga por el cuerno del Karkadán. Sin embargo, la sangre que caía del elefante cegó al unicornio, que no se pudo zafar de tan gran peso y, finalmente, un pájaro gigante, el roc, se llevó a ambos para alimentar a su prole. Otras leyendas posteriores hablan de Iskandar, conocido en Occidente como Alejandro, cuyo caballo, Bucéfalo, fiero como ningún otro y que solo Alejandro podía montar, era en realidad un unicornio que su padre Filipo de Macedonia le había regalado a los trece años.
El unicornio no era siempre fiero y belicoso, y aunque el elefante y el hombre fueron sus principales enemigos, ante las mujeres se comportaba de otra manera. La forma de cómo se capturaba al unicornio era por medio del engaño de una doncella, tal y como hemos visto en los relatos medievales anteriormente citados.
Simbolismo del Unicornio
Todas las versiones del Fisiólogo y los bestiarios se ponen de acuerdo en el significado esencial de la historia del unicornio para los cristianos. El unicornio es Cristo. Así como el unicornio rinde su fiereza ante una doncella virgen, así Cristo, por deseo del Padre, rinde su naturaleza ante una doncella virgen y se hace hombre por medio de la Virgen María, para la salvación de la humanidad.
El simbolismo cristiano del unicornio es una parte vital de su historia y ha sido numerosamente comentado en textos y representado artísticamente. Este simbolismo no reside solamente en la caza del unicornio y su captura por una doncella virgen, sino también por la leyenda de que el unicornio, al introducir su cuerno en el agua, la purifica, evitando el veneno de la serpiente (Satán) para que los otros animales puedan beber. Este simbolismo es muy curioso, pues si el unicornio es Cristo y la virgen es María, entonces su doble papel como madre de Jesús y traidora del unicornio es ambiguo. El simbolismo del unicornio contiene una multitud de significados.
En definitiva, el simbolismo cristiano del unicornio se basa en:
- Es de poder irresistible, no sujeto al hombre (sobrehumano, como Cristo)
- Tiene un solo cuerno, es el poder único de Dios, unidad frente a dualidad de la materia
- Solo por medio de una doncella virgen puede ser sometido (encarna en hombre por medio de una virgen)
- No es un gran animal (recuerda la humildad de Cristo en su nacimiento), pero es muy poderoso
- Es muerto por hombres cazadores (los judíos)
- Muere con una lanza
- Su color blanco es símbolo de pureza.
En otro Bestiario medieval se dice: «Que este animal tenga un solo cuerno en la cabeza, representa al Salvador, que dijo: “El Padre y Yo somos uno solo”. Este cuerno es muy afilado, lo que significa que ni los príncipes ni las potencias, ni los tronos, ni las dominaciones pueden comprender a Dios tal como es. Que esta bestia sea temerosa, representa la encarnación y humildad, de la que dijo Jesús: “Aprender de mí, que soy dulce y humilde de corazón”. Este cuerno es tan afilado, que el demonio, astuto por lo demás, no puede comprender el misterio de la encarnación»14. Sin embargo, también aparece en otras ocasiones con significación negativa: «El unicornio representa al diablo, ya que es tan terrible y malvado que no puede ser atrapado, si no es con el olor de la virginidad, es decir, con buenas obras y virtud, tal como está escrito: con Dios lograremos la virtud y Él aniquilará a los que nos atormentan»15.
A pesar de que el unicornio simbolizaba la castidad, también tenía importantes connotaciones eróticas. En algunas representaciones artísticas la dama parece seductora y en ocasiones está desnuda. En este caso el unicornio representa al amante atrapado y seducido por su amada. También se asociaba el unicornio con la gente salvaje, personajes de la Edad Media que vivían en lo profundo del bosque, e iban desnudos y con largo cabello. Estos salvajes eran los únicos que podían luchar con el unicornio y vencerlo. Así, en un grabado de Durero del siglo XV, aparece Plutón, el dios de los submundos, raptando a la desnuda Perséfone, para llevarla al mundo de las sombras a lomos de un unicornio.
El unicornio, además de representar las virtudes femeninas, también simbolizaba el valor y nobleza de los caballeros. Se utilizó frecuentemente en heráldica, puesto que representaba las dos virtudes generales de fuerza y pureza, poder y derecho. Wolfram von Eschenbach en el Parzival afirma que el unicornio era un símbolo de lealtad. La dama dice: «Mi grandemente deseado era como el unicornio en fidelidad; es un animal de quien las doncellas se lamentan porque es asesinado por su pureza».
El significado del unicornio no era solo simbólico, pues así como representaba la pureza religiosa y social, también representaba la pureza física o salud. Su cuerno era capaz de purificar las aguas emponzoñadas, de detectar el veneno, de curar la impotencia y las aflicciones femeninas, prevenir plagas, epilepsia y otros males. El cuerno se convirtió en un preciado objeto: muchos doctores y pacientes aseguraban su eficacia en la curación de cualquier mal.
El unicornio es el símbolo del Espíritu Libre, independiente, jamás sujeto por la fuerza, solamente es aprendido por un Amor vivo, es la conexión entre la energía cósmica o solar y la Tierra.
El cuerno único puede interpretarse como un símbolo fálico, pero puesto que en la frente se encuentra la sede del espíritu, constituye también un símbolo de la sublimación de las fuerzas sexuales, y podría interpretarse por ello como símbolo de la pureza, de la virginidad. Hay numerosas representaciones en la Edad Media y Renacimiento donde aparecen un par de unicornios tirando de un carro que es conducido por una doncella. Este motivo llamado “El Triunfo de Castidad”, ilustraba un poema de Petrarca, en el siglo XV, lamentando la pérdida de su amada Laura. Por otra parte, el cuerno, recto y puntiagudo en su extremo, a veces también enrollado en espiral, es además símbolo del rayo solar.
Jung, en su obra sobre las relaciones entre psicología y alquimia, estudia muchos aspectos de este animal fabuloso y simbólico. Dice que, por una parte, el unicornio tiene relación con los monstruos primordiales, pero que es la representación de la fuerza viril, pura y penetrante del spiritus mercurialis: en relación con el elemento Mercurio, representa la soledad, la vida monástica, la luna. En la antigüedad el unicornio representaba a veces rasgos malévolos, como en el “Physiologus Graecus”, donde se dice que es «un animal de veloz carrera, de un solo cuerno, y que alienta malos propósitos a los hombres». Posteriormente la Iglesia adoptó solo la parte positiva del unicornio, asociándolo con la figura de Cristo. Solo la alquimia mantuvo esta ambivalencia, utilizándolo como símbolo del Monstrum Hermaphroditum.
En la simbología medieval el unicornio aparece frecuentemente asociado con el león y/o con una dama o doncella virgen. Esta tríada representa los principios masculino, femenino y andrógino. Por último, en el siguiente cuadro, vemos un resumen de las características anteriormente mencionadas:
| León | Unicornio | Dama |
| Yang | Yin-Yang | Yin |
| Dualidad | Unidad | Neutralidad |
| Mente | Espíritu | Alma |
| Cabeza | Corazón | Cuerpo |
| Razonamiento
(Kama-Manas) |
Mente Pura
(Manas) |
Emociones
(Astral) |
| Azufre alquímico | Mercurio alquímico | Sal alquímica |
| Signo Leo | Signo Géminis | Signo Virgo |
| Elemento Fuego | Elemento Aire | Elementos Tierra-Agua |
| Sol | Luna | Tierra |
| Consciencia | Esencia | Sentidos |
El tapiz del Unicornio del Museo The Cloisters, Nueva York.
Dentro de la abundante iconografía medieval, este tapiz y el de la Dama y el Unicornio de Cluny son los más famosos, aunque corresponden al final de la Edad Media, alrededor del 1500. El tapiz del unicornio fue diseñado y tejido en Francia. Posiblemente fuera de mayor tamaño de lo que hoy se conserva. Estando guardado en el Castillo de Verteuil (Charente) desapareció durante la Revolución Francesa. En 1850 el Conde de La Rochefoucauld compró a un campesino unas “viejas cortinas” que utilizaban para cubrir lo almacenado en su granero, resultando ser los tapices, que se restauraron y volvieron al salón del castillo en 1856. John D. Rockefeller, Jr. los compró en 1923, poniéndoles en una habitación especial de su residencia en Nueva York. Posteriormente, tras su restauración se instalaron en el Museo de los Cloisters en 1938. A continuación haremos una descripción de los mismos:
- Primer tapiz. Cazadores con sombreros emplumados, lanzas en la mano y los perros atados, descansan un momento al borde del bosque, mientras un explorador les hace señas, indicando que la presa ha sido vista.
- Segundo tapiz. Los cazadores se acercan al unicornio en un claro donde hay una fuente y las bestias del bosque están reunidas junto a un arroyo; aguardan mientras el unicornio introduce su cuerno en el agua para purificarla de forma que los leones, los ciervos, la pantera y otros animales puedan beber sin peligro.
- Tercer tapiz. La caza está en su apogeo. Los perros son soltados y las lanzas arrojadas, pero el unicornio salta ágilmente del arroyo y elude a los cazadores.
- Cuarto tapiz. El unicornio se defiende, hiere a un perro con su cuerno y golpea a un cazador con sus patas.
- Quinto tapiz. Los cazadores, tras abandonar la caza por la fuerza, utilizan una estratagema: la doma del unicornio por medio de una dama. Encerrado en una verja cubierta de rosas, el unicornio, que solo muestra fiereza en sus ojos, es acariciado por una doncella, cuya delicada mano descansa en sus crines.
- Sexto tapiz. El unicornio es muerto por los cazadores y traído, hermosamente aún en su muerte, a lomos de un palafrén, ente los señores del castillo.
- Séptimo tapiz. El unicornio aparece vivo de nuevo, indestructible y feliz en su cercado, atado a un árbol lleno de granadas.
La primitiva descripción del griego Ctesias es esencialmente la misma que aparece en estos tapices 1900 años después. El unicornio de los tapices es como un ciervo, como dice Plinio, pero no se puede decir que tenga patas de elefante, ni cola de verraco; tampoco su cuerno es negro, aunque es de la misma longitud (80 cm.), el doble de lo que decía Ctesias. En el tapiz el unicornio es también capturado gracias al ardid de la doncella, aunque muere violentamente. Es llevado como un regalo al señor del castillo, o en palabras del Fisiólogo, al palacio del rey de los cielos. Siguiendo con el significado simbólico de la escena de la doncella – Virgen María, y el cazador representa al mensajero de Dios, el arcángel Gabriel. En el cuarto tapiz, donde el unicornio lucha ferozmente, uno de los cazadores representa al arcángel Gabriel, pues la vaina de su espada lleva la inscripción Ave Regina C[oelorum], Salve Reina de los Cielos, un himno muy popular en la Edad Media, similar al Ave María. Los otros cazadores, aunque elegantemente vestidos, tienen cara de villanos, y representan los enemigos de Cristo, que le persiguen, capturan y condenan a morir en la cruz. En el tapiz está claro el simbolismo religioso, pero el secular es más difícil de explicar. Solo uno de los tapices se puede interpretar como una alegoría del amor verdadero, el último. Aquí el unicornio está encadenado a un árbol y rodeado por una cerca. Un poeta del siglo XIII, Burkart von Hohenfels describe al amante, es decir, el unicornio en una situación similar. La cadena fue utilizada frecuentemente por los poetas medievales como un símbolo de la devoción a una dama y la completa sujeción a sus deseos. La historia del unicornio en los textos y en los tapices puede ser interpretada como una alegoría del plan divino de redención del hombre pecador: la encarnación de Cristo, su persecución por sus enemigos, su condenación y muerte en la Cruz y su resurrección en el palacio del rey de los cielos. El último tapiz, en el que el unicornio descansa en un jardín de flores, simboliza a Cristo resucitado como se muestra a los santos y ángeles del cielo. Puede parecer extraño a los observadores modernos que el mismo tapiz tenga significado religioso y seglar, simbolizando la ascensión de Cristo y el amante cautivo. Pero en la Edad Media gustaba esta yuxtaposición: el Dios del cielo y el del Amor no eran incompatibles.
Los tapices de la Dama y el Unicornio del Museo de Cluny.
Fueron descubiertos a mediados del siglo pasado por la escritora George Sand, en el castillo del subprefecto de Boussac, siendo fechados como de finales del siglo XV. Fueron adquiridos por el Estado Francés y llevado al Museo de Cluny en 1882. En realidad deberían llevar el nombre de tapices de la Dama, el León y el Unicornio, porque son estos tres personajes los que se repiten a lo largo de una serie de seis tapices, en donde cinco de ellos representan a los cinco sentidos:
- Vista, simbolizado por el unicornio observando su reflejo en un espejo que sostiene la dama que está sentada junto a él
- Oído, simbolizado por el sonido de un órgano portátil, que es tocado por la dama, con la ayuda de su sirvienta
- Tacto, por el gesto de la doncella asiendo el cuerno del unicornio
- Gusto, quizás el simbolismo menos obvio, donde la dama está absorta tomando un dulce de un plato, y el mono a sus pies está introduciendo algo en su boca
- Olfato, donde la doncella está haciendo una guirnalda de claveles, y el mono, sentado en un taburete, está oliendo la flor que ha robado del cesto.
- El sexto tapiz, representa quizá el sexto sentido, y tiene una leyenda que dice “A mon seul désir”, es decir el libre albedrío, la libre voluntad. En este se ve que la dama está dejando, en un pequeño cofre, el collar que portaba en los tapices anteriores. Este gesto representa la renuncia a las pasiones que nacen de los sentidos, cuando estos no se encuentran bajo control.
En los seis tapices aparece siempre un león a nuestra izquierda, y el unicornio a la derecha. En su significado simbólico se ha querido ver la evocación del amor de un príncipe por una doncella, pero no olvidemos que esta época vibraba con el sentido profundo de los símbolos y motivos, como se puede observar en los sermones religiosos, los misterios teatrales (autos sacramentales), las leyendas y mitología. Todos estos elementos servían de catalizador, de llave para la apertura de lo simbólico.
Bibliografía
Borges, Jorge Luis: «El libro de los Seres Imaginarios». Ed. Bruguera, Barcelona, 1981.
«Bestiario Medieval». Ed. Siruela, Madrid, 1986.
Cirlot, Juan Eduardo: «Diccionario de Símbolos». Ed. Labor, Barcelona, 1984.
«Diccionario de Símbolos». Ed. Rioduero, Madrid, 1983.
Erlande-Brandeburg, Alain: «The Lady and the Unicorn: A study».
Freeman, Margaret B.: «The Unicorn Tapestries». The Metropolitan Museum of Art, New York, 1976.
Gaffron, Norma: «Unicorns». Greenhaven Press, San Diego, California, 1989.
Green, Michael: «De Historia et Veritate Unicornis». Ed Urano, Barcelona, 1986.
Hathaway, Nancy: «The Unicorn». Viking Press, New York, 1980.
Le Point d’eau: «Le Message des tapisseries de la Dame à la Licorne». París, 1979.
Sipress, Linda: «The Unicorn Tapestries». The Metropolitan Museum of Art, New York, 1974.
Notas
- Ctesias, «La Perse», «L’Inde» trad R. Henry (Bruselas, 1947) pp. 80-82.
- «Historia Animalum» trad. A. L. Peck (Cambridge, Mass, 1937) p. 221.
- «La Guerra de las Galias»trad. H. J. Edwards (Londres, 1917) pp. 351-352.
- «Historia Natural», trad. H. Rackman (Cambridge, Mass, 1956) III p. 57.
- «Sobre las características de los Animales», trad. A. R. Schofield (Cambridge, Mass. 1959) III pp. 289 y ss.
- «Adversus Marcionem», Patrología Latina, ed. J. P. Migne (París, 1854) II col. 346.
- «Narraciones en XII salmos davídicos», Patrología Latina XIV col 1099.
- «Homilía sobre el salmo 28» en «Homilías Exegéticas», trad. Hermana Clare Way (Washington, DC, 1963) pp. 204-205.
- «Fisiólogo», trad. Emil Peters (Munich, 1921) pp. 34-35.
- «El Libro de las Maravillas de Marco Polo», trad. y ed. Sir Henry Yole ??? (Londres, 1903) II pp. 285.
- Esta cita está extraída del libro de Nancy Hathaway, pero en el «Bestiario Medieval» aparece otra versión, traducida de «Les Chansons de Thibaut de Champagne, roi de Navarre», París, 1975:
Soy semejante al unicornio
que queda atónito al mirar
cuando contempla la doncella.
Tanto goza con su tormento,
que cae exánime en su regazo;
entonces lo mata a traición.
De igual modo me han matado
Amor y mi señora:
tienen mi corazón,
y no puedo recobrarlo.
- Mencionado en el «Bestiario Medieval», traducido de «Li Bestiaires d’Amours di Maestre Richart de Fornival e li Response du Bestiaire», Ed. C. Segre, Milán 1957.
- Citado en ‘Unicorns» de Norma Gaffron, pág 60.
- Citado en «Bestiario Medieval», pág 148, según una traducción del «De Bestiis».
- Citado en «Bestiario Medieval», pág 151, según una traducción del «Libellus de natura animalorum».





