Platón atribuye a los astros no solo el movimiento esférico en compañía del universo, sino además a cada uno el de rotación alrededor de su propio centro.
Plotino Enéada II (Trat. II 2)
Nuestra única seguridad interna es que en ello está Dios; pero no el Dios bueno, o con cualquier otro atributo humanizado. Simplemente Dios. Simplemente misterio.
Jorge Ángel Livraga Rizzi
Una pequeña introducción
Esta historia se encuentra a mitad de camino entre la biografía y el relato; es la vida de un astrónomo de provincia y la reseña de un momento histórico particular, fin de la edad media y comienzo del renacimiento. Todos somos hijos de la época en que vivimos y pensamos, y por lo tanto, actuamos en consecuencia.
He elegido recordar la vida de este grande de una pequeña provincia de Alemania debido a sus cualidades personales, convicciones e ideas. Es muy probable que nunca haya tomado un arma para defender sus ideales, y celebro que así sea, por que ejerció la libertad de su pensamiento tanto en medio de príncipes y reyes, como frente a la presión de los señores de la iglesia, sea esta católica o protestante, para morir finalmente tan pobre como había nacido.
Johannes Kepler se asemeja a una bisagra entre dos épocas, los residuos de una era oscura están presentes en su persona y se lo acusa de ser un místico (siempre lo fue), es uno de los últimos sabios de la edad media y el primer científico racional del renacimiento. Supo tomar lo bueno de ambas épocas, las sabidurías antiguas escondidas celosamente en los monasterios y la racionalidad del pensamiento, integrando ambas en su revolucionaria obra científica y filosófica.
Jamás buscó riquezas, ya que su obsesión era el conocimiento de las estrellas. Supo beber de las aguas del neoplatonismo renacentista, tomó lo bueno y rectificó lo malo de sus astrónomos contemporáneos y se alejó tanto del coqueteo como de la vanidad de los poderosos, ya que supo vivir en forma humilde hasta el final de sus días.
Los comienzos
Johannes Kepler nació el 27 de Diciembre de 1571 en una villa imperial de Suabia, al sudeste de Alemania llamada Weil-der-Stadt. Hijo de Heinrich Kepler, hombre provocador y sin escrúpulos quien luchó contra los insurgentes protestantes de los países bajos, participó como mercenario en Holanda y a partir de 1588 abandonó en forma definitiva a su familia. No sabemos si esta fue una gran pérdida para el pequeño Johannes, lo que sí se puede afirmar es que su madre Katherine Guldenmann permanecería junto a él gran parte de su vida; ya de adulto la correspondencia entre ambos era habitual, y solo Johannes entre todos sus hermanos fue el único que tuvo el amor y el coraje de defender a su madre cuando fue acusada sobre el final de su vida de brujería, ya que solo pudo salvarse de la hoguera gracias a la defensa que su hijo Johannes Kepler ejerció frente al tribunal acusador.
De pequeño, y a pesar de los dolores físicos, ya que era un niño enfermizo, tuvo sus momentos buenos que mitigaron un poco el dolor real o imaginario cuando en 1577 a la edad de 6 años su madre lo llevó a lo alto de una colina donde pudo apreciar un cometa y a los 9 años junto a sus padres pudo ver un eclipse de luna y en sus propias palabras expresó “La luna apareció completamente roja”.
Joven impulsivo y de inteligencia extraordinaria para los estudios, garantizaba el progreso en el seminario y en la universidad. Ingresó en la universidad protestante de Tubinga, que junto con la de Wittemberg necesitaban grandes intelectuales para hacer frente a la religión católica en esos años de tensión y conflicto, cuyo desenlace daría paso a la guerra de los treinta años.
La antigüedad influyó en el renacimiento con sus filosofías durante tanto tiempo silenciadas, y el joven Kepler estudió por aquellos años latín, griego, teología, los clásicos paganos, retórica, dialéctica, matemática y música.
Las universidades del renacimiento en un principio dictaban clases de derecho canónico, derecho civil y medicina, pero luego ampliaron sus cátedras hacia los campos de la retórica, la filosofía y la astronomía junto con la astrología, ya que en aquellos tiempos estas dos últimas fueron consideradas ciencias complementarias y no antagónicas.
Johannes Kepler y Nicolás Copérnico
Los conflictos en la vida académica de Johannes Kepler no tardaron en llegar, debido a que profesó opiniones calvinistas en sus conversaciones con los clérigos y defendió abiertamente a un astrónomo que en 1543 con su libro De Revolutionibus produjo un cambio radical en la forma de concebir el universo, la Tierra hasta ese entonces se encontraba en el centro fijo (según los científicos de la época) con respecto al cual los estudiosos calculaban los movimientos de los planetas y las estrellas, ahora el sol ocupa el centro de los movimientos planetarios y la Tierra es un planeta más entre todos los astros. Ese astrónomo al que defendió Kepler se llamó Nicolás Copérnico.
Es verdad que Copérnico intercambió las posiciones entre el Sol y la Tierra, pero había permanecido en exceso apegado al sistema ptolemaico. Kepler tuvo la capacidad de tomar las especulaciones heliocéntricas de Copérnico y de los antiguos neoplatónicos, y desarrollarlo hasta sutiles y firmes postulados científicos y filosóficos; ya que concibió al Sol como centro y señor del universo, fuente de luz y fuerza que rige los planetas.
Kepler si bien defendió la concepción heliocéntrica del universo, criticó duramente los conceptos matemáticos de Ptolomeo y sostenidos en forma consciente o inconsciente por Nicolás Copérnico. Kepler se encargó de limpiar los residuos arcaicos presentes en el De Revolutionibus, había mejorado el sistema matemático de Copérnico aplicando estrictamente la teoría copernicana[1]; después de Johannes Kepler, quedaba demostrada con la fuerza de los argumentos matemáticos la concepción heliocéntrica del universo.
El Misterium Cosmographicum
Lo que atrajo a Kepler del sistema copernicano fue las implicaciones místicas del sistema heliocéntrico. En Johannes Kepler encontramos la unión de misticismo y ciencia en el sentido moderno del término, aunque al expresarlo así divide y fragmenta, Kepler tuvo fe en esa unión que lo llevó a establecer sus leyes astronómicas, así como su concepción filosófica del poder que rige el universo, era un neoplatónico convencido, hijo de su época, fin de la edad media y principio del renacimiento.
El 9 de julio de 1595, en una de sus clases estaba enseñando una figura geométrica cuando de repente como un rayo creyó ver dibujado en la pizarra el secreto del universo. Este consistía en que el sistema solar está constituido en torno a los sólidos pitagóricos. Los sólidos son el tetraedro (la pirámide, formado por cuatro triángulos equiláteros), el cubo, el octaedro (ocho triángulos equiláteros), el dodecaedro (doce pentágonos) y el icosaedro (veinte triángulos equiláteros); todos intercalados en orden entre las órbitas de los planetas hasta ese entonces conocidos, formando el esqueleto y la estructura del universo[2].
Estaba fuertemente convencido de la “divina geometría”, que es el Dios mismo, su forma de manifestarse y crear. A pesar de estar errada su teoría de los sólidos pitagóricos, fue su inspiración para establecer las famosas tres leyes keplerianas que utilizamos hasta nuestros días.
El Misterium Cosmographicum es su primer libro donde buscó resolver la estructura del universo, la ciencia astronómica hasta ese momento solo había sido descriptiva de los cielos; estrellas fijas donde el movimiento no tenía posibilidad bajo el manto de la edad media. En el libro abundan especulaciones filosóficas y místicas en su primera parte, y científica en la segunda, pero los distintos capítulos del libro serían desarrollados posteriormente en las diversas obras de Kepler.
Johannes Kepler y Tycho Brahe
Tycho Brahe era un astrónomo danés que trabajaba bajo la protección del rey Federico II de Dinamarca.
Su vida al igual que la de Kepler, estaría signada por manifestaciones del cielo. A los 14 años pudo ver un eclipse de sol, luego la conjunción de Júpiter y Saturno cuando tenía 17 años. En 1577 observó el mismo cometa que fascinó a Kepler siendo niño. Pero el 11 de Noviembre de 1572 Tycho Brahe pudo divisar una nueva estrella en el firmamento, nunca había sido vista en el cielo, la importancia de este acontecimiento radica en que contradecía la ciencia astronómica de su tiempo, el surgir de una nueva estrella abría la posibilidad del cambio en el firmamento, donde todo no sería quieto e inmutable como lo sostenía la ciencia aristotélica y los doctores de la iglesia.
Hacia el año 1596 el astrónomo danés tenía los mejores datos del estudio minucioso de las estrellas, contaba con la descripción de casi mil astros, pero necesitaba un arquitecto para poder armonizar el movimiento de las esferas, a su vez Kepler requería datos para plasmar sus teorías; ambos se necesitaban y eran conscientes de ello.
Luego de ser expulsado de la isla de Hveen, en Dinamarca, Tycho Brahe se dirigió con todo su séquito de aduladores y oportunistas a la corte de rey Rodolfo II, en Praga; mientras tanto en Graz, provincia austríaca de Estiria, comenzaba el exilio de Kepler, ya que el príncipe Habsburgo proclamó según sus propias palabras, “quemaré la ciudad antes que gobernar sobre herejes”.
Johannes Kepler se escribía desde hace tiempo con Tycho Brahe y partió hacia Praga para buscar refugio bajo el gobierno del rey Rodolfo II, amante de la astrología y de la alquimia, y para reunirse con los fabulosos datos astronómicos de Brahe, pero grande fue su sorpresa al llegar por que si bien los datos existían, el trabajo de los dos astrónomos se volvió difícil debido a la mezquindad de Brahe y a su corte excéntrica y lujuriosa que no permitía la paz del trabajo al cual estaba acostumbrado Johannes Kepler.
Durante 18 meses trabajaron juntos y no hubo grandes progresos, pero el 13 de octubre de 1601 Tycho Brahe estaba invitado a cenar con el barón de Rosenberg en Praga y rodeado de la realeza bebió más de lo debido, luego enfermó y durante algunos días en medio de delirios pronunció estas palabras “juradme que no he vivido en vano”, luego de una breve agonía, falleció. Si bien tuvo una vida licenciosa y vulgar en medio de la riqueza material, desde el punto de vista científico fue uno de esos grandes que supieron admirar el cielo y conmoverse con la música y el curso de las esferas.
Con los datos de Brahe y como sucesor en el puesto de matemático imperial, Johannes Kepler estaba en el umbral de sus tres leyes universales, Kepler publicó sus tres leyes en dos libros, el primero es Astronomía Nova (1606) que contiene las dos primeras:
Primera ley: Los planetas se mueven alrededor del sol no en círculos, sino en órbitas elípticas, en el cual uno de cuyos focos, lo ocupa es sol.
Segunda ley: Los planetas no se desplazan por sus órbitas a velocidad uniforme, sino de la manera que una línea trazada desde el planeta hasta el sol barre siempre igual área en igual tiempo.
En su obra Harmonice mundi(1919) desarrolla su tercera ley: En forma breve y sintética dice que los cuadrados de los períodos de la revolución de dos planetas cualesquiera son proporcionales a los cubos de sus distancias medias al Sol[3].
Debido a lo breve de este trabajo nos es imposible desarrollar las tres leyes keplerianas pero quisiera transcribir un breve párrafo de la excelente obra de Arthur Koestler “Los Sonámbulos” debido a que interpreta en su verdadera dimensión la obra de Johannes Kepler. “La obra Harmonices mundi es la continuación del Misterium Cosmographicum, y el clímax de su obsesión de vida. Lo que Kepler intentó fue, sencillamente develar es secreto definitivo del universo en una síntesis global de geometría, música, astrología, astronomía y epistemología. Fue el primer intento de esta clase desde Platón y el último hasta nuestros días. Después de Kepler se produjo de nuevo la fragmentación de la experiencia, la ciencia se apartó de la religión, la religión del arte, la sustancia de la forma, la mente de la materia”.
Johannes Kepler y Galileo Galilei
Jamás se conocieron personalmente, pero Galileo Galilei al igual Tycho Brahe aparte de ser dos magníficos astrónomos, coqueteaban con la realeza para conseguir algún rédito político. Galileo admiraba Johannes Kepler, el astrónomo más respetado de aquel momento, pero solo lo utilizó para avalar su descubrimiento de los satélites de Júpiter que había publicado en su obra llamada Siderus Nuncius, en Venecia en 1610.
Mientras Galileo se debatía con científicos y teólogos de Italia para que aceptasen su descubrimiento, Kepler solamente leyendo el Siderus Nuncius y aceptando la palabra de Galileo dio amplio respaldo al descubrimiento a través de manifiestos dando un giro a la discusión científica a favor de Galileo Galilei. El astrónomo italiano se lo había pedido y una vez conseguido el aval jamás se lo agradeció, ni compartió sus descubrimientos preso de un recelo egoísta y ambicioso contra el científico alemán.
Paradójicamente se recuerda más a Galileo Galilei que a otros grandes y más dignos que él en el estudio del cosmos y en la especulación filosófica tales como Nicolás Copérnico, Johannes Kepler o Giordano Bruno quien el 17 de febrero del año 1600 fue entregado a las llamas preso por la intolerancia y el miedo a la libertad de pensamiento.
Tal vez esto sea así simplemente porque Galileo Galilei abjuró de sus escritos una vez preso por la inquisición, y en cambio otros grandes permanecieron fieles a sus convicciones a pesar de los señores del poder.
Juicio por brujería
La magia fue practicada durante muchos siglos antes que la cristiandad se estableciera, y una vez consolidada en el poder, en las distintas regiones o pagos los antiguos cultos subsistían a pesar de las persecuciones contra las brujas o contra todo aquel considerado hereje por la santa inquisición.
La palabra latina con que se denominaba la adivina, saga (un tipo de bruja) es de raíz sagaz. El mismo vocablo inglés witch (bruja), se cree que proviene del anglosajón wicce que significa sabio. Se cree que en las prácticas de brujería (no tal cual las imaginamos) existió un conocimiento profundo y superior.
Se acusaba a estas antiguas brujas de tener contacto con espíritus de los bosques, elementales llamados por los antiguos celtas como dusi, palabra traducida por incubi o succubi en latín; el cristianismo los consideraba demonios en contacto permanente con las brujas y los antiguos ritos paganos.
Las brujas conocían el poder medicinal de antiguas drogas y yerbas, transmitido de generación en generación, a la vez las asociaban con palabras y hechizos mágicos ya que esto era una práctica común en la medicina de la antigua Europa.
La manía de la caza de brujas cuyo furor había aumentado en el transcurso del siglo XVI, alcanzó su punto culminante en la primera mitad del siglo XVII tanto en las zonas católicas como en las protestantes.
En 1615 Katherine, la madre de Johannes Kepler al sostener una disputa con otra anciana fue acusada de provocar la enfermedad a esta y otras personas del pueblo de Leonberg, que según ellas Katherine había dado a probar sus pociones mágicas.
La madre de Kepler se crio con su tía quien muchos años antes fue acusada de brujería y quemada en la hoguera, esto contribuyó al descontento del pueblo y a formular la acusación de bruja a la madre de Kepler.
El abogado llegó a Leonberg y se llamaba Johannes Kepler, su propio hijo y matemático imperial. El proceso tuvo marchas y contramarchas, duró varios años y su madre se mantuvo firme en su negativa a declararse culpable de brujería, luego finalmente, después de varios años de pelea judicial, Kepler consiguió la libertad para su madre, ella fue expulsada del pueblo y finalmente seis meses después, falleció.
El final
Las diferencias, tanto religiosas como políticas, que perturbaban el imperio, no se habían limitado a poner en mutua oposición a católicos y protestantes, los mismos católicos no estaban unidos entre sí y los protestantes se dividían entre luteranos y calvinistas sin jamás ponerse de acuerdo.
En medio de este clima de tensión y conflicto previo a la guerra de los treinta años Johannes Kepler perdió a su madre, a varios de sus hijos enfermos de meningitis, y su posición de matemático imperial al caer el emperador Rodolfo II de Praga en poder de sus hermanos, quienes usurparon el trono. Viajó por Europa y buscó refugio para él y su familia, publicó sus trabajos posteriores a las tres leyes como las Tablas rudolfinas en honor al emperador Rodolfo II y una novela llamada Somnium que narra un viaje a la Luna, y le valió sino una persecución al menos una reprimenda de parte de la iglesia que afirmaba la imposibilidad de viajar entre las estrellas.
Sobre el final de su vida gran parte de los astrónomos se habían vuelto copernicanos gracias a los trabajos de Johannes Kepler.
Al igual que Esquilo (aquel trágico de la antigüedad griega), quien dejó escrito su epitafio en los campos de Gela donde yace muerto, Johannes Kepler escribió el propio 2.000 años más tarde en un pequeño pueblo de Alemania y dice así:
Medí los cielos, ahora mido las sombras…
Del cielo era la mente, en la tierra descansa el cuerpo
Bibliografía
El Secreto del Universo (1597). Johannes Kepler. Ediciones Altaya, S. A., 1994 Barcelona – España
Sobre las Revoluciones (1543). Nicolás Copérnico. Ediciones Altaya, S.A., 1994 Barcelona – España
Los Sonámbulos. El origen y desarrollo de la cosmogonía. Arthur Koestler. Salvat Editores, S.A. 1994 Barcelona – España
La Revolución Copernicana. Thomas S. Kuhn. Editorial Planeta Argentina S.A.I.C. 1993
Notas
[1] La Revolución Copernicana – T.S. Kuhn Ed. Planeta Argentina – 1993 pág. 274 y 275.
[2] El Secreto del Universo Johannes Kepler – Ed. Altaya S.A. 1994 – Barcelona – España.
[3] Para una mayor comprensión de las leyes dirigirse a la obra de A. Koestler Los Sonámbulos tomo II Salvat Ed., Barcelona España 1994, pág. 267 y sig.


