En los días que vivimos es un sentir generalizado que nos ha tocado vivir unos tiempos revueltos y mucha gente piensa que es uno de los momentos más difíciles por los que atravesó el ser humano hasta ahora.

Pero creo que esta percepción podríamos cambiarla gracias a la filosofía, siempre y cuando fuéramos capaces de llevar a la práctica algunas de las enseñanzas que nos han dejado grandes filósofos de todos los tiempos, algunas de las cuales repasaremos en este trabajo.

En un año en el que la salud nos ha preocupado tanto debido a la pandemia del COVID 19 con todas las secuelas que nos ha dejado (dolor por los muchos que se han ido, pérdidas económicas, miedo a contagiarnos, confinamientos que nos hacían vivir aislados, etc.), se ha convertido en un auténtico salvavidas los siguientes aspectos que de la mano de nuestros maestros, hemos ido reflexionando:

Conciencia, fortaleza y agradecimiento, una cadena para guiarnos

Para empezar este trabajo, haré alusión a que la conciencia puede ser una potente herramienta si queremos alcanzar la fortaleza necesaria para afrontar estos tiempos tan difíciles que se nos vienen encima, e incluso nos pueden ayudar a mostrarnos agradecidos a los tiempos que nos ha tocado vivir, si somos capaces de desarrollar ambas herramientas.

Tenemos muchas cosas que agradecer a la vida. Con solo mirar a nuestro alrededor podremos ver, por ejemplo, a todos los compañeros que caminan junto a nosotros y que también quieren vivir con arreglo a las enseñanzas que nos ofrecen nuestros maestros y los grandes filósofos de la Historia , no solo con sus palabras sino también con sus hechos.

Los fantásticos medios que nos ofrece la ciencia, la gran comunicación global que existe con todo el mundo, poder conseguir fácilmente información a la que en otros tiempos solo tenían acceso los eruditos y los privilegiados.

Nuestra vida es una constante oportunidad de crecimiento personal que si sabemos afrontar con fuerza y decisión, nos ayudará a crecer.

De nada nos vale lamentarnos de que nos haya tocado vivir una época conflictiva, de crisis en todos los aspectos de la vida, sociales, económicos, políticos, etc.

Tener la conciencia de que los problemas por los que pasamos no son para que seamos unos desgraciados, sino que son pruebas que nos van sirviendo para nuestro crecimiento personal y a nivel social para el desarrollo de la Humanidad, nos dará fuerza para sacar una enseñanza de cada prueba vivida. Este punto de vista nos dará otra visión del panorama actual hasta el punto al que seamos capaces de creer de corazón.

Para poder llegar a esta conclusión, he buscado algunos ejemplos que podrían servirnos para entender la vida como los grandes filósofos de la historia nos proponen.

Un trabajo a nivel mental

Para empezar, quizás lo primero que deberíamos trabajar es nuestra forma de pensar. Esta es la propuesta más generalizada entre muchas de las antiguas escuelas de filosofía de todo el mundo.

Deberíamos ir elevando nuestra conciencia y nuestros pensamientos, para aprender a buscar los valores morales que son atemporales.

Aprender a discernir qué enseñanzas son las más adecuadas para poder interpretar los hechos de una forma positiva, aunque realista también, por supuesto. No sirve la famosa frase de “pedid y se os dará”, si no sabemos pedir de una forma concreta.

Eso de que “el Universo se confabulará contigo y te ayudará a ser feliz y a tener todo lo que necesitas” no creo que sea así exactamente…

Para poder pedir algo, ya sea a los Dioses, a Dios o al Universo o, más cercanos, a nuestros padres, al gobierno, a quien sea, primero debemos aprender a comunicarnos correctamente y saber pedir su ayuda.

Si queremos pedir algo a nuestros amigos o a nuestros padres, por ejemplo, tenemos que saber exactamente qué es lo que queremos que nos den. Pedirle al gobierno, por ejemplo, que cree más puestos de trabajo solo porque estemos en el paro sería engañarnos a nosotros mismos.

Quizás si me formo en alguna especialidad y creo mi propia empresa, sí que podría pedir ayudas para abrir esa nueva empresa.

En cuanto a pedirle al Universo lo que necesitamos, ¿Seguro que sabemos comunicarnos con el Universo? ¿Creemos que un Ser tan inmenso como el Universo va a estar pendiente de darnos lo que le pidamos? No sé, pero creo que esa frase no va por ese camino…

Por lo tanto, antes de querer pedir algo a Dios o al Universo, deberíamos tratar de conocer qué es el Universo, quién es Él y quién somos nosotros. Qué relación tenemos con el Universo y saber qué le podemos pedir y cómo.

Un trabajo de autoconocimiento y reflexión

-¿Sé que lo que pido es lo que necesito?

Antes de pedir algo, tengo que saber qué necesito de verdad, pero si no me conozco a mí mismo, ¿cómo voy a poder saberlo para mejorar y ser feliz? Siempre terminamos pidiendo trabajo, salud y dinero.

Pero ¿esto depende de los demás o de mí mismo?

Entonces, reflexionar acerca de qué virtudes y qué defectos tengo y cómo estas virtudes y estos defectos afectan a la vida que estoy llevando, será prioritario.

-¿La culpa de mis problemas es mía? ¿Los demás no me dejan desarrollarme? Puede que no sean malos los demás únicamente.

Soy yo, el que veo a malos o buenos. Es mi percepción, pero en ningún modo es la realidad. Yo no soy juez de nadie ni de nada. Simplemente me llevo bien con unas personas y mal con otras, pero eso no quiere decir que los que me caen mal sean malos o estén equivocados. Debo cambiar mi forma de percibir a los demás, sin juzgar a nadie. Yo soy el que tengo que trabajarme a mí mismo. Crecer. Los demás no me deberían influir. Como dicen muchas escuelas orientales, “Véncete a ti mismo, pues nosotros mismos, somos nuestro peor enemigo”. Otra gran enseñanza nos dice “ Cambia tú y el mundo habrá cambiado”.

-¿Por qué estoy siempre enojado?

“Los demás me vuelven loco y me obligan a enfadarme”.

Nada de esto es así. Soy libre y voluntariamente hago las cosas. Yo debo decidir simplemente qué quiero sentir y tengo que aprender a que los demás no me influyan. Que no me den la razón no es que me critiquen. Que las cosas me contraríen es un aliciente para sacar mi buen talante.

-Queremos parar nuestra mente para meditar.

Pero ¿qué es parar la mente? ¿Hace falta parar la mente para poder pensar con tranquilidad o soy yo el que no soy capaz de concentrarme en una sola idea y por ello me excuso con que mi mente me sabotea?

Hay escuelas budistas y muchos libros que nos hablan acerca de cómo trabajar con nuestro modo de vivir la realidad para mejorarla. Fernand Schwarz, en su libro “La concentración en el budismo tibetano”, nos habla acerca de la importancia que tiene la capacidad de concentrarse correctamente para poder mejorar nuestra memoria, voluntad, etc., y nos propone una especie de guía fácil para aprender a mejorar nuestra capacidad de concentración y convivir mejor con nuestro ahora.

Nuestra mente no es capaz de mantenerse quieta en una idea, por eso es tan importante trabajarla para mejorar su rendimiento.

Por lo tanto, si el hombre consigue fijar sus pensamientos centrándolos en lo que con su voluntad ha decidido, su mente le obedecerá.

Gracias a nuestra mente nuestra inteligencia se ha desarrollado. Gracias a pensar y tener tantas ideas, hemos conseguido materializar multitud de pensamientos y crear el mundo en el que vivimos, en el que hay muchas cosas buenas.

Por lo tanto, dejemos de echar la culpa a nuestra mente y aprendamos a controlarla, convirtiéndola en un elefante o en un búfalo, animales que representan a la mente bajo control, según estas escuelas budistas.

Reflexiones extraídas de algunas escuelas filosóficas

En este capítulo, veremos algunos pasajes del libro de “Qué es la Filosofía antigua”, de Pierre Hadot.

“Aunque los filósofos de la Antigüedad rechazan identificar filosofía y discurso filosófico, resulta evidente que no puede existir filosofía sin un discurso interior o exterior del filósofo. Pero todos estos filósofos [ … ] son considerados filósofos no porque desarrollen determinados discursos filosóficos, sino por el hecho de vivir filosóficamente. El discurso se ha integrado en su vida filosófica. Para ellos la propia filosofía es entendida antes que nada como una forma de vida y no como un discurso”.

Cuando la filosofía se convierte meramente en discurso filosófico sin vincularse o integrarse en una forma de vida filosófica padece una extrema alteración. La filosofía comienza entonces a parecerse a una disciplina de carácter fundamentalmente escolar y universitario, y el filósofo se transforma, según la fórmula de Kant, en «un artista de la razón» interesado tan solo en la pura especulación.”

En las escuelas helenistas y romanas de filosofía es donde el fenómeno resulta más sencillo de observar. Los estoicos, por ejemplo, lo proclaman de forma explícita: según ellos, la filosofía es ejercicio.

En su opinión la filosofía no consiste en la mera enseñanza de teorías abstractas, sino en un “arte de vivir”, en una actitud concreta, en determinado estilo de vida capaz de comprometer por entero la existencia. La actividad filosófica no se sitúa solo en la dimensión del conocimiento, sino en la del “YO” y el ser: consiste en un proceso que aumenta nuestro ser, que nos hace mejores.

Según todas las escuelas filosóficas, la principal causa de sufrimiento, desorden e inconsciencia del hombre proviene de sus pasiones: de sus deseos desordenados, de sus temores exagerados. El dominio que sobre él ejercen las preocupaciones le impide vivir en la verdad.

La filosofía aparece en primer lugar, pues, como terapia de las pasiones (… Esforzarse por despojarse de sus pasiones», escribe Friedmann). Cada escuela dispone de su propio método terapéutico , pero todas entienden tal terapia unida a una transformación profunda de la manera de ver y de ser del individuo.

Observemos en primer lugar el ejemplo de los estoicos. Según explican, la infelicidad de los hombres proviene de su anhelo por conservar ciertos bienes que se arriesgan a no obtener o a perder, obcecándose en evitar males a menudo ineluctables. La filosofía serviría, por lo tanto, para educar a los hombres, a fin de que deseen obtener exclusivamente ese bien que se puede obtener y evitar solo el mal que es posible evitar. Este bien que puede siempre obtenerse y ese mal que puede siempre evitarse deben depender únicamente, para ser tales, del albedrío humano: se trata, pues, del bien moral y del mal moral. Solo ellos dependen de ellos mismos, mientras los restantes escapan a nuestra voluntad. Por consiguiente esos restantes, que no dependen de nosotros, corresponden al encadenamiento necesario de ciertas causas y efectos que escapan a nuestro albedrío.”

Los Estoicos marcaron con su forma de entender la vida una tendencia muy útil para todos los tiempos. Para afrontar esta forma de ver la vida, debemos ejercitar nuestra conciencia, nuestra atención, la perseverancia, la visión de la vida que tengamos, etc.

En las escuelas helenísticas y romanas podemos encontrar textos que hacen referencia a distintos ejercicios que podemos realizar para emprender nuestro aprendizaje.

Herramientas importantes que nos pueden ayudar

Estas escuelas nos dan algunas pistas de qué podemos considerar como herramientas adecuadas:

  • La meditación: entendida como una forma de entablar un diálogo con nosotros mismos y conocernos Como adelantaba anteriormente, para mejorar lo primero que debemos conseguir es conocernos bien a nosotros mismos. Qué virtudes tenemos, qué defectos. Qué pensamos hacer para potenciar nuestras virtudes y reducir nuestros defectos. Aprender a discernir los pensamientos adecuados y a centrarnos en ellos, desoyendo el resto de ideas que circulen por nuestra mente.
  • La lectura: utilizada como fuente de conocimiento. Una forma de conocer a los clásicos y estudiar a los maestros, que nos ayudará en la tarea de
  • La atención: entendida como la forma de elevar la conciencia para estar pendientes de no caer en nuestros habituales defectos y trabajar con nosotros mismos con
  • El dominio de uno mismo: gracias a la atención y a los conocimientos adquiridos por el conocimiento más amplio acerca de cómo somos, podremos tratar de dominarnos mejor a nosotros
  • Cultivar la indiferencia: hacia las agresiones exteriores, hacía los comentarios que no nos aporten mejoras, hacia las provocaciones del entorno. Pero nunca hacia los demás ni hacia el mundo en el que
  • El cumplimiento de nuestros deberes: para poder dominarnos a nosotros mismos, la disciplina es un elemento fundamental que debemos desarrollar. Será un ejercicio muy importante para nosotros aprender a cumplir siempre con nuestros deberes. Los grandes maestros y los grandes guerreros siempre han tenido en el cumplimiento de su deber una de las virtudes más Nuestra libertad real se basa en que escojamos por nosotros mismos los valores que queremos cultivar y las tareas que vamos a desarrollar.
  • Mantener una elevada presencia de ánimo: las tareas que tengamos que realizar y la actitud en general ante la vida, debemos afrontarlas con energía, valentía y alegría. Esas son tres de las virtudes importantes a desarrollar, pues nos ayudarán a ver la vida con buena
  • Mantenernos alerta: ante el aburrimiento, la apatía, la desgana y la falta de motivación, pues son peligros invisibles tras los que se esconden nuestros defectos y nos llevarían a perder lo alcanzado.

Por dónde empezar

Muchas de las Escuelas de Filosofía, a través de todos los tiempos, nos han recomendado que empecemos a trabajar escogiendo los principios fundamentales, pues son mucho más fáciles de distinguir, para que en caso de dudas acerca de qué hacer, podamos recurrir a ellos fácilmente.

Nos aconsejan que estemos vigilantes de nuestro momento presente. El aquí y el ahora deben de ser lo más importante para nosotros a la hora de actuar. De esa forma, conseguiremos mejorar nuestro futuro.

Con el paso del tiempo, iremos siendo capaces de controlar cada vez durante más tiempo nuestra conciencia, lo que hará que actuemos mejor y aumentará nuestra capacidad para dar respuesta a pruebas cada vez más dificultosas, puede que en algunos momentos incluso dramáticas.

Los estoicos nos hablan de problemas propios de esta vida, tales como la pobreza, el sufrimiento, la muerte, etc. y nos recomiendan mirarlos de frente y entenderlos como pruebas que debemos aprender a superar, pues son dificultades que escapan a nuestro control.

Las grandes escuelas filosóficas nos hablan de que conforme vayamos controlando nuestra forma de actuar, deberemos sentirnos parte del Universo. Adquirir una conciencia cósmica, que nos ayude a descubrir que somos parte del Universo y por lo tanto, que nos afectan sus Leyes.

Según nos dice Pierre Hadot en la obra citada:

“Los grandes Filósofos de la Historia, nos dan grandes consejos, tales como los de Plutarco, que podemos encontrar gran número de tratados que recuerdan a estos ejercicios: Del control de la cólera, De la tranquilidad del alma, Del amor fraterno, Del amor a los niños, De las habladurías, De la curiosidad, Del amor a las riquezas, De la falsa humildad. Según los estoicos filosofar consiste, por lo tanto, en ejercitarse en «vivir», es decir, en vivir consciente y libremente, pues son superados los límites de la individualidad para reconocerse parte de un cosmos animado por la razón; libremente, al renunciar a desear aquello que no depende de nosotros y que se nos escapa, no ocupándonos más que de lo que depende de nosotros -una rectitud de acción en conformidad con la razón-,  tanto para Epicuro como para los estoicos la filosofía consiste en una terapia: «Nuestra única preocupación debe ser curarnos»”.

Por último, citaría como ejemplo del tipo de respuesta que creo importante ofrecer en base a la filosofía, la labor que cada uno de nosotros podemos realizar, según nos enseña Delia Steinberg a través de su obra “El Héroe cotidiano” visto como la persona que enfrenta día a día sus miedos, sus problemas, su vida, y con una decisión de coraje y valor no solo se enfrenta consigo mismo, sino que es capaz de ayudar a los demás mediante acciones valerosas de coraje emocional y de ejemplo.

Acciones que todos nosotros podemos realizar si aplicamos a nuestra vida valor y amor hacia los demás.

Conclusiones

Trabajar nuestra Fortaleza consiste en aprender de experiencias que vayamos viviendo, pues no podríamos ser fuertes solo con leer libros o estudiar las obras que nos han dejado los filósofos. Debemos ejercitar nuestra fortaleza interior.

Aprender de los maestros está muy bien para elevar nuestros conocimientos. Pero nuestro corazón también debe crecer y para ello debe afrontar fuertes emociones, librar batallas épicas contra nuestros miedos, contra nosotros mismos.

Solo cuando el Corazón crece tan alto como nuestra Cabeza, es cuando estaremos listos para progresar, para elevarnos y ser mejores personas, disponer de un Alma más limpia y generosa y si lo hacemos al mismo tiempo que nuestros hermanos, será cuando la Humanidad pueda elevarse.

Para hacer crecer el corazón, lo haremos gracias a las emociones vividas y para crecer en nuestra mente, lo haremos a través de los datos aprendidos, las grandes obras estudiadas. Crecimiento físico y mental unido a un crecimiento de nuestro corazón. Amar más y mejor al Universo. Que ese amor se manifieste a través de una actitud de respeto y cariño hacia todos los seres vivos, hacia la Tierra, hacia todo lo que nos rodea. Esa será la mejor prueba de nuestro crecimiento.

Cuando estemos trabajando en esta línea, veremos cómo esta pandemia contra la que estamos luchando, toda esta situación social que nos rodea y nuestros miedos e incertidumbres, dejan paso a otra forma de vivir, más tranquila y relajada, con más capacidad para disfrutarla, con un sentimiento más sereno, pues la felicidad no es necesariamente estar todo el día alegres, ni riéndonos, sino un estado de plenitud armónica.

Es preferible alcanzar una serenidad armoniosa. Una actitud alegre y sincera, calmada y capaz de extraer de los hechos, lo que nos haga aprender.

 

José Luis Risueño López

Bibliografía

-“Los Estoicos”, José Ramón Naranjo (3ª Edición)

-“El Héroe Cotidiano” (Reflexiones de un Filósofo) Delia Steinberg

-“Los Amigos de Platón” (María Dolores Fernández -Figares)

-“Qué es la filosofía antigua” (Pierre Hadot)

-“La concentración en el budismo tibetano” (Fernand Schwarz)

-“El Sentido heroico de la vida” (Carlos Adelantado)

 

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