Todos hemos padecido alguna vez un dolor de cabeza. Sin embargo, solemos sufrirlo sin analizar los síntomas ni buscar sus posibles causas. Normalmente diferenciamos entre el fuerte dolor de cabeza que de manera regular sufren algunas personas y que llamamos jaqueca y los dolores de cabeza esporádicos.
Dentro de estos últimos, también llamados cefaleas comunes, podemos distinguir dos tipos principales: la cefalea tensional y la cefalea secundaria, o acompañante de otras enfermedades.
La cefalea tensional está provocada por el estrés. En ella el dolor de cabeza se localiza en la región de la nuca o en la frente. Es un dolor constante, de aparición progresiva, que frecuentemente se presenta hacia el final del día. La exploración en la nuca suele ser dolorosa. Esto es debido a que el estrés acaba provocando una fuerte tensión a nivel de la musculatura posterior de la parte alta de la espalda, es decir, la zona cervical y en especial el músculo trapecio.
Esta tensión muscular no solo produce dolor de la zona contracturada sino que dificulta la circulación de la sangre en ese área, y por ende, la circulación sanguínea del cerebro. Esto hace que pensar resulte cada vez más difícil y uno se sienta tenso y confuso. Mientras no se consiga relajar la musculatura no desaparecerá la cefalea tensional y su cortejo habitual de síntomas, como tortícolis y cervicalgias.
Entre las pequeñas cosas que alivian el estrés está el encontrar un poco de tiempo para que nuestras comidas sean relajadas, y abandonar la vida sedentaria, practicando algo de deporte semanalmente, a poder ser al aire libre. Ahora bien, ten cuidado en no elegir actividades o compañeros de juegos muy competitivos no vaya a ser peor el remedio que la enfermedad. Una vez el dolor de cabeza ha hecho su aparición un masaje de aceite de menta sobre las zonas afectadas –cuello, espalda, frente– puede aliviarnos.
La cefalea acompañante de otras enfermedades puede estar causada por hipertensión o hipotensión arterial, afecciones oculares o dentales, otitis, rinitis, sinusitis, artrosis cervical, tumores craneales, meningitis, abuso del alcohol –típica resaca– o estados febriles.
Tienen un carácter hereditario en un 70% de los casos y afectan predominantemente al sexo femenino. Los ataques de migraña pueden desencadenarse por el ciclo menstrual, el uso de anticonceptivos orales, ejercicios físicos violentos, la falta o exceso de horas de sueño, el estrés, el hambre o los horarios de comidas irregulares, los cambios atmosféricos de temperatura, humedad y presión, o determinados alimentos como el chocolate, el queso, el té, el café y el alcohol, en especial el vino tinto.
En conclusión, mientras los dolores de cabeza no sean más que algo esporádico es mejor no medicarse y recurrir a remedios naturales para combatir los síntomas. Si padeces migrañas debes llevar una vida ordenada donde la introspección se convierta en un hábito regular para identificar aquellas cosas, alimentos, situaciones, etc. que en ti particularmente desencadenan los dolores.
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